May French Sheldon: Biografía
Cuando los hombres blancos civilizados de América y Europa exploraban las tierras desconocidas de África, una mujer decidió emularlos pero siguiendo sus propias normas. May French Sheldon consiguió organizar una expedición al Kilimanjaro para demostrar que las mujeres también podían ser exploradoras.
Sus orígenes.
May French Sheldon nació el 10 de mayo de 1847 en Beaven, Pennsylvania, el seno de una rica familia sureña.
Los padres de May la enviaron a Europa a estudiar. En Italia se formó, entre otras materias, en literatura, historia, geografía y medicina.
En 1876, a los 25 años, se casó con Eli Lemon Sheldon, un hombre de negocios que no sólo quiso y admiró a su esposa sino que siempre respetó sus ideas e inquietudes. La pareja se trasladó a vivir a Londres donde fundaron una editorial en la que May colaboraba como traductora. Entusiasmada por el mundo de la edición y la literatura, la señora Sheldon se atrevió a publicar su primera novela, Herbert Severance, una obra autobiográfica y llena de mensajes feministas.
May decidió organizar una expedición a África pero distinta a las que se habían hecho hasta el momento. La futura expedicionaria quería demostrar que las mujeres también eran capaces de participar en aquellas aventuras. No sólo eso, sino que lo haría de manera pacífica.
Su viaje a África
Inició su aventura cuando en 1891 dejó Londres y a su marido, y se embarcó rumbo a Mombasa. May se encontró con el primer problema nada más pisar tierras africanas. Nadie quería seguir a aquella mujer extravagante y le costó mucho conseguir los más de 150 porteadores que al fin decidieron seguirla. Aquellos que en un principio recelaron de May pronto se verían cuidados y respetados por ella. Los miembros de su expedición la llamarían cariñosamente Bibi Bwana, “Reina blanca”.
Así empezaba aquella curiosa expedición en la que una mujer, sentada en un gran palanquín de mimbre de forma redonda, ondeando la bandera americana y un mensaje claro, noli me tangere (no me toquéis), se adentraba en tierras extrañas en busca de los masáis y el salvaje Kilimanjaro. May Sheldon viajaba con un equipaje abundante. Además de lo indispensable en una expedición como aquella, llevó con ella una bañera de zinc, sillas y mesas, sábanas, vajilla de porcelana y un amplio y rico vestuario. Todo ello formaba parte de sus intenciones. May creía que se podía entrar en contacto con las tribus africanas sin necesidad de usar la violencia. Actuar como una perfecta anfitriona era un objetivo.
Cuando May se presentaba a algún jefe de tribu, lo hacía con una peluca rubia, un vestido blanco con pedrería y un sable en la cintura. Así conoció a más de 30 tribus en su expedición desde Taveta hasta los pies del Kilimanjaro.
De vuelta a Mombasa, May sufrió un aparatoso accidente que le fracturó la espalda pero pudo llegar al lado de su esposo y recuperarse de sus lesiones.
De sultán en sultán.
May French Sheldon aún realizaría dos expediciones más y en 1892 plasmaría sus experiencias en un libro, De sultán en sultán. May había conseguido su objetivo, viajar por el corazón de África para conocer distintas formas de vidas. Y lo hizo de manera pacífica.
May demostró, al fin y al cabo, que las mujeres también podían ser exploradoras. No en vano ella fue de las primeras. En 1892 fue elegida como miembro de la Real Sociedad Geográfica por sus estudios sobre el lago Chala.
Murió el 10 de febrero de 1936.