Solo nos enseñan lo que queremos ver

Imagina esta situación: nunca has tocado una red social, pero por fin te decides a crear una cuenta. Sigues a todos tus amigos, que sabes que tienen ideales parecidos a los tuyos. Poco a poco, descubres muchas más personas que piensan como tú, y acabas en grupos en los que habláis de vuestros puntos comunes. Las noticias que acabas viendo se inclinan siempre hacia lo que piensas tú; difaman a aquellos que crees que son los «malos» y alaban a los que merecen su fama. Se ha convertido en tu mundo, es lo único que ves, es tu realidad. ¿Has tenido que imaginar o se ha parecido más a un recuerdo?

Es muy difícil recibir información objetiva en nuestra sociedad. Le preguntes a quien le preguntes, tendrá una opinión polarizada y unas preferencias. Siguiendo esta lógica, la mejor manera de encontrar algo que se aproxime a la objetividad absoluta es recoger distintas opiniones y hacer una especie de media. Por ejemplo: sabemos si el físico de una persona es convencionalmente atractivo o no si pensamos en el número de personas que se sentirían atraídas por ella. Lo mismo debería pasar con el resto de opiniones; cuando la gran mayoría del planeta se inclina hacia algo, lo más objetivo sería pensar que esa es la mejor opción. Pero si solo recibimos noticias u opiniones de una parte de la humanidad que, casualmente, comparte ideales, nos convenceremos aún más de que estamos en lo cierto al estar de acuerdo con ellos, alimentando nuestra subjetividad y nuestra inclinación. El trabajo de las redes sociales se ha convertido en complacer a todos los usuarios, enseñándoles principalmente información con la que saben que cada usuario estará de acuerdo, y eso hace mucho daño a las personas. Si llevas toda tu vida oyendo a los demás hablar de una manera específica de algo o alguien y nunca miras la otra cara de la moneda, ¿Cómo vas a formar tu propia opinión y así madurar como persona?

Obviamente, era imposible recopilar la información suficiente como para sacar conclusiones propias antes de tener acceso a Internet y, por lo tanto, a información ilimitada. La herencia no es algo simplemente material, sino que las familias se van pasando ideales y formas de pensar. Pero si ahora tenemos una manera para romper esa cadena y que cada uno sea un poco más libre de poder pensar lo que quiera basándose en cómo es y en lo que le parece más o menos justo, ¿por qué no lo aprovechamos? ¿Por qué somos tan egoístas que queremos que todos piensen igual que nosotros en lugar de darles los medios suficientes para que no les eclipse la información que les llevan dando desde que nacieron?

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